jueves, 24 de marzo de 2011

Alma que de sueños nutría su andar, que al despertar cada mañana visionaba lo soñado,
Alma que solía soñar despierta, y que de tanto soñar había tropezado ocasionadas veces,
Hoy sentía que ya era tiempo de despertar, que los sueños, sueños son, y que la vida no residía precisamente allí. Así que, como si exteriorizara sus deseos, sacudió su frondosa cabellera y en un instante borró los campos en los que anhelaba vivir, los caballos que montaba en cada atardecer, las lunas contempladas a orillas del río, los nados en aquellas aguas frías en las que se sumergía en cada sueño. Y por fin se largó a andar, armó sus maletas, se ató los cordones de sus desgastados mocasines, no olvidó su diario de notas, y por fin se largó a andar.


                     ¿A donde la llevaría ese camino lejos de los sueños, cerca de la realidad?

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