domingo, 22 de mayo de 2011



Despertares como el de hoy, lluviosos, con un cielo que pareciera haberse fugado con el sol, suelen ser bastante oscuros para personas pesimistas, y si a eso le sumamos que encima sea domingo, cartón lleno... puedo afirmar con certeza que no soy pesimista de ningún modo, pero esta semana parece que ese espantoso bichito me picó, y aunque siguiendo con la lógica hoy debería aumentar mi pesimismo, la magia del cosmos, o de quien sabe qué me ha regalado otra clase de sensación. Hoy la lluvia se dispuso a lavar y a purificar, a arrastrar lo malo para dar la bienvenida al sol... 
Quizás porque a pesar de que sean solo fechas me he criado en un mundo bastante regido por el calendario, que indefectiblemente me termina afectando, tal vez por eso no puedo escapar a la idea de que cumplir años es como un nuevo comenzar, significa también el sentarse a repensar lo vivido y en algún punto, en este particularmente se ha empeñado a perseguirme un fantasma, el de la "adultez", tal como en una película de terror, me persigue con un hacha y todo jaj, y aunque hasta ahora intenté escaparme, ya no puedo más.
El caso es que hace días me cuelgo mirando al techo, o al cielo en el mejor caso, y pienso lo hecho en los 23 transcurridos, los sueños cumplidos, los todavía no, los caminos andados, los anhelados, lo sembrado y lo recogido. Es allí donde reside fundamentalmente ese miedo a esta cuestión de cumplir años. En el inclinar la balanza y enfrentarme al lado que pesa más...