lunes, 22 de septiembre de 2008




Como salida de un capullo no lograba ver la realidad, tanto algodon tanta pompa solo la detenía aún más...costaba crecer, costaba entender, romper la muralla y salir a la luz no era visiblemente fácil...

y menos para un ser tan vulnerable como ella... A veces parecía una niña de cristal, tan frágil como el cristal...

pero un día una luz que atravesó su camino la despertó de su letargo, y omnubilada no pudo resistir tanto resplandor, y la envolvio, la endulzo, y la incito a seguir, como si una brisa la hubiera tomado de la mano y llevado a caminar, a ver más allá, a sentir otro mundo, a percibir otras sensaciones, a transitar otra realidad...

Agitó su vida, desencadenó remolinos, iluminó su camino...

y ella, la pequeña niña de cristal nunca más se detuvo, ni volvio a su capullo, y jamás miró hacia atrás...

Simplemente su vida había empezado.

1 comentario:

Daneri dijo...

En algún punto de la vida uno nace. A los años.
No todos.
Y a algunos, pobres, les vuelve el letargo, y olvidan que nacieron.