domingo, 23 de diciembre de 2007




La niña despertó esa mañana y como quien no queria la cosa, caminó sigilosamente y en puntitas de pie hasta donde se hallaba el gran árbol de navidad, y debajo de esa guirnalada multicolor descubrió escondido un regalo, sus ojos brillaron por unos instantes, y una sonrisa reluciente cubrió todo su rostro, se avalanzó sin más pensarlo sobre él, le pareció perfecto, tan grande, tan pesado, que seguramente contenia algo maravilloso... y así fue recorriéndolo centimetro a centimetro con sus diminutos dedos, descubrió unos bonitos dibujos en el papel que lo envolvía y siguió recorriéndolo, notó lo mal pegado que estaba el moño y unas arruguitas en el papel que frenaron el paso de sus dedos, luego halló una manchita, testigo del café con leche que había tomado su madre apurada en la mañana, y así descubrió un cortecito en el papel, desde donde podia espíar lo que se hallaba debajo, lo imaginó, hizo un sin fin de suposiciones, hasta que de pronto la exaltaron los pasos de su madre que se acercaba caminando hacia el árbol y de un arrebato tomó al regalo con sus brazos y se dirigió corriendo hasta su escondite debajo de la escalera, donde sin más pensarlo destruyó sin ninguna delicadeza el papel que tanto había inspeccionado y encontró dentro de él lo que tanto había soñado, lo que tantas noches había deseado...




qué importaban las manchitas, las arruguitas, un moño en mal estado, y hasta el papel recauchutado, qué importaban ya...

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